Tras mucho tiempo sin actualizar el
blog y no precisamente por falta de ganas, os queremos contar uno de
nuestros viajes preferidos, dónde lo pasamos genial, disfrutamos con
el paisaje y con todo lo que nos rodeaba.
El Pirineo de Huesca es, sin duda, uno
de nuestros destinos favoritos. Después de salir del trabajo,
carretera y manta. Cogimos la directa, viaje pasado por agua y
temiendo encontrar mal tiempo. Llegamos a Torla hacia la 1 de la
madrugada, todo estaba oscuro, excepto la montaña del Monte Perdido,
blanca, nevada, impresionante la verdad. A dormir y descansar para el
día que nos esperaba.
Nos despertamos pronto, hacía muy buen
día, la cosa empezaba bien. Fuimos hasta el aparcamiento de la
Pradera de Ordesa, desde allí salen diferentes rutas. La Cola de
Caballo fue nuestro destino, me habían dicho que era muy bonita y
creo que cortos se quedaron, preciosa en mayúsculas. El camino es
muy agradecido, pues podemos ir viendo diferentes cascadas, bonitos y
diferentes bosques, hasta que llegamos al Circo de Soaso,
impresionante, sin más. Verlo para creerlo.
Cuando llegamos de nuevo al parking
aprovechamos para comer un poco y como no, una merecida siesta.
Después fuimos a buscar un cámping en el pueblo, para pasar la
siguiente noche. Disfrutamos de una buena cena y a dormir prontito.
Al día siguiente paseamos por Torla y
fuimos a Bujaruelo, por dónde pasa el río Ara, por debajo del
puente románico de los Navarros. Mucho viento soplaba, nos acordamos
de nuestra tramuntana... Y como somos culo de mal asiento, furgo otra
vez y hacía Ainsa.
Por la tarde ya estábamos en nuestro
nuevo destino. Pensamos en pasar allí el resto del día y a la
mañana siguiente volver para casa. Pudimos descubrir un curioso
pueblo empedrado, emurallado. Allí pasamos la tarde paseando, de
vinos y tapas... y después de un buen gin-tonic a dormir se dijo.
Corto se nos hizo el viaje, pero sin
duda alguna, descubrimos otro lugar donde seguramente nos volveremos
a perder y puede que sea pronto...
Petons Nòmades!